GNOSIS
NORMAS INTELECTUALES
Por: samael aun weor
NORMAS INTELECTUALES
Por: samael aun weor
En el terreno de la
vida práctica cada persona tiene su criterio, su forma más o menos rancia de
pensar, y nunca se abre a lo nuevo; esto es irrefutable, irrebatible,
incontrovertible.
La mente del
humanoide intelectual está degenerada, deteriorada, en franco estado de
involución.
Realmente el
entendimiento de la humanidad actual es similar a una vieja estructura mecánica
inerte y absurda, incapaz por sí misma de cualquier fenómeno de elasticidad
auténtica.
Falta ductibilidad en
la mente, se encuentra enfrascada en múltiples normas rígidas y extemporáneas.
Cada cual tiene su
criterio y determinadas normas rígidas dentro de las cuales acciona y reacciona
incesantemente.
Lo más grave de toda
esta cuestión es que las millonadas de criterios equivalen a millonadas de
normas putrefactas y absurdas.
En todo caso las
gentes nunca se sienten equivocadas, cada cabeza es un mundo y no hay duda que
entre tantos recovecos mentales existen muchos sofismas de distracción y
estupideces insoportables.
Mas el criterio
estrecho de las multitudes ni remotamente sospecha el embotellamiento
intelectivo en que se encuentra.
Estas gentes modernas
con cerebro de cucaracha piensan de sí mismas lo mejor, presumen de liberales,
de súper-genios, creen que tienen muy amplio criterio.
Los ignorantes
ilustrados resultan ser los más difíciles, pues en realidad, hablando esta vez
en sentido socrático diremos: "no solamente no saben, sino que, además,
ignoran que no saben".
Los bribones del
intelecto aferrados a esas normas anticuadas del pasado se procesan
violentamente en virtud de su propio embotellamiento y se niegan en forma
enfática a aceptar algo que en modo alguno puede encajar dentro de sus normas
de acero.
Piensan los
sabihondos ilustrados que todo aquello que por una o otra causa se salga del
camino rígido de sus procedimientos oxidados es absurdo en un ciento por
ciento. Así de este modo esas pobres gentes de criterio tan difícil se
auto-engañan miserablemente.
Presumen de geniales
los seudo-sapientes de esta época, ven con desdén a quienes tienen valor de
apartarse de sus normas carcomidas por el tiempo, lo peor de todo es que ni
remotamente sospechan la cruda realidad de su propia torpeza.
La mezquindad
intelectual de las mentes rancias es tal que hasta se da el lujo de exigir
demostraciones sobre eso que es lo real, sobre eso que no es de la mente.
No quieren entender
las gentes del entendimiento raquítico e intolerante que la experiencia de lo
real sólo adviene en ausencia del ego.
Incuestionablemente
en modo alguno sería posible reconocer directamente los misterios de la vida y
de la muerte en tanto no se haya abierto dentro de nosotros mismos la mente
interior.
No está de más
repetir en este capítulo que sólo la conciencia superlativa del Ser puede
conocer la verdad.
La mente interior
sólo puede funcionar con los datos que aporta la conciencia Cósmica del SER.
El intelecto
subjetivo, con su dialéctica razonativa, nada puede saber sobre eso que escapa
a su jurisdicción.
Ya sabemos que los
conceptos de contenido de la dialéctica razonativa se elaboran con los datos
aportados por los sentidos de percepción externa.
Quienes se encuentran
embotellados dentro de sus procedimientos intelectuales y normas fijas,
presentan siempre resistencia a estas ideas revolucionarias.
Sólo disolviendo el
EGO en forma radical y definitiva es posible despertar la conciencia y abrir
realmente la mente interior.
Sin embargo, como
quiera que estas declaraciones revolucionarias no caben dentro de la lógica
formal, ni tampoco dentro de la lógica dialéctica, la reacción subjetiva de las
mentes involucionantes opone resistencia violenta.
Quieren esas pobres
gentes del intelecto meter el océano dentro de un vaso de cristal, suponen que
la universidad puede controlar toda la sabiduría del universo y que todas las
leyes del Cosmos están obligadas a someterse a sus viejas normas académicas.
Ni lejanamente
sospechan esos intonsos, dechados de sabiduría, el estado degenerativo en que
se encuentran.
A veces resaltan
tales gentes por un momento cuando vienen al mundo Esoterista, mas pronto se
apagan como fuegos fatuos, desaparecen del panorama de las inquietudes
espirituales, se los traga el intelecto y desaparecen de escena para siempre.
La superficialidad
del intelecto nunca puede penetrar en el fondo legítimo del SER, empero los
procesos subjetivos del racionalismo pueden llevar a los necios a cualquier
clase de conclusiones muy brillantes pero absurdas.
El poder formulativo
de conceptos lógicos en modo alguno implica la experiencia de lo real.
El juego convincente
de la dialéctica razonativa, auto-fascina al razonador haciéndole confundir
siempre gato con liebre.
La brillante
procesión de ideas ofusca al bribón del intelecto y le da cierta auto-suficiencia
tan absurda como para rechazar a todo eso que no huela a polvo de bibliotecas y
tinta de universidad.
El "delirium
tremens" de los borrachos alcohólicos tienen síntomas inconfundibles, pero
el de los ebrios de las teorías se confunde fácilmente con la genialidad.
Al llegar a esta
parte de nuestro capítulo, diremos que ciertamente resulta muy difícil saber
donde termina el intelectualismo de los bribones y donde comienza la locura.
En tanto continuemos
embotellados dentro de las normas podridas y rancias del intelecto, será algo
más que imposible la experiencia de eso que no es de la mente, de eso que no es
del tiempo, de eso que es lo real.
samael aun weor
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