GNOSIS
EL YO PSICOLÓGICO
Por: samael aun weor
EL YO PSICOLÓGICO
Por: samael aun weor
Esta cuestión del mí
mismo, lo que yo soy, eso que piensa, siente y actúa, es algo que debemos
auto-explorar para conocer profundamente.
Existen por doquiera
muy lindas teorías que atraen y fascinan; empero de nada serviría todo eso si
no nos conociésemos a sí mismos.
Es fascinante
estudiar astronomía o distraerse un poco leyendo obras serias, sin embargo,
resulta irónico convertirse en un erudito y no saber nada sobre sí mismo, sobre
el yo soy, sobre la humana personalidad que poseemos.
Cada cual es muy
libre de pensar lo que quiera y la razón subjetiva del animal intelectual
equivocadamente llamado hombre da para todo, lo mismo puede hacer de una pulga
un caballo que de un caballo una pulga; son muchos los intelectuales que viven
jugando con el racionalismo ¿Y después de todo qué?
Ser erudito no
significa ser sabio. Los ignorantes ilustrados abundan como la mala hierba y no
solamente no saben sino, además, ni siquiera saben que no saben.
Entiéndase por
ignorantes ilustrados los sabihondos que creen que saben y ni siquiera se
conocen a sí mismos.
Podríamos teorizar
hermosamente sobre el yo de la Psicología, mas no es eso precisamente lo que nos
interesa en este capítulo.
Necesitamos
conocernos a sí mismos por vía directa sin el proceso deprimente de la opción.
En modo alguno sería
esto posible sino nos auto-observáramos en acción de instante en instante, de
momento en momento.
No se trata de vernos
a través de alguna teoría o de una simple especulación intelectiva.
Vernos directamente
tal cual somos es lo interesante; sólo así podremos llegar al conocimiento
verdadero de sí mismos.
Aunque parezca
increíble nosotros estamos equivocados con respecto a sí mismos.
Muchas cosas que
creemos no tener tenemos y muchas que creemos tener no tenemos.
Nos hemos formado
falsos conceptos sobre si mismos y debemos hacer un inventario para saber qué
nos sobra y qué nos falta.
Suponemos que tenemos
tales o cuales cualidades que en realidad no tenemos y muchas virtudes que
poseemos ciertamente las ignoramos.
Somos gente dormida,
inconsciente y eso es lo grave.
Desafortunadamente
pensamos de sí mismos lo mejor y ni siquiera sospechamos que estamos dormidos.
Las sagradas
escrituras insisten en la necesidad de despertar, mas no explican el sistema
para lograr ese despertar.
Lo peor del caso es
que son muchos los que han leído las sagradas escrituras y ni siquiera
entienden que están dormidos.
Todo el mundo cree
que se conoce a sí mismo y ni remotamente sospechan que existe "la
doctrina de los muchos".
Realmente el yo
psicológico de cada cual es múltiple, deviene siempre como muchos.
Con esto queremos
decir que tenemos muchos yoes y no uno solo como suponen siempre los ignorantes
ilustrados.
Negar la doctrina de
los muchos es hacerse tonto a sí mismo, pues de hecho sería el colmo de los
colmos ignorar las contradicciones íntimas de que cada uno de nosotros posee.
Voy a leer un
periódico, dice el yo del intelecto; al diablo con tal lectura, exclama el yo
del movimiento; prefiero ir a dar un paseo en bicicleta. Qué paseo ni qué pan
caliente, grita un tercero en discordia; prefiero comer, tengo hambre.
Si nos pudiésemos ver
en un espejo de cuerpo entero, cual somos, descubriríamos por sí mismos en
forma directa la doctrina de los muchos.
La humana
personalidad es tan solo una marioneta controlada por hilos invisibles.
El yo que hoy jura
amor eterno por la Gnosis, es más tarde desplazado por otro yo que nada tiene
que ver con el juramento; entonces el sujeto se retira.
El yo que hoy jura
amor eterno a una mujer es más tarde desplazado por otro que nada tiene que ver
con ese juramento, entonces el sujeto se enamora de otra y el castillo de
naipes se va al suelo.
El animal intelectual
equivocadamente llamado hombre es como una casa llena de mucha gente.
No existe orden ni
concordancia alguna entre los múltiples yoes, todos ellos riñen entre sí y se
disputan la supremacía.
Cuando alguno de
ellos consigue el control de los centros capitales de la máquina orgánica, se
siente el único, el amo, empero al fin es derrocado.
Considerando las
cosas desde este punto de vista, llegamos a la conclusión lógica de que el
mamífero intelectual no tiene verdadero sentido de responsabilidad moral.
Incuestionablemente
lo que la máquina diga o haga en un momento dado, depende exclusivamente del
tipo de yo que en esos instantes la controle.
Dicen que Jesús de
Nazareth sacó del cuerpo de Maria Magdalena siete demonios, siete yoes, viva personificación
de los siete pecados capitales.
Obviamente cada uno
de estos siete demonios es cabeza de legión, por ende debemos sentar como
corolario que el Cristo íntimo pudo expulsar del cuerpo de la Magdalena
millares de yoes.
Reflexionando todas
estas cosas podemos inferir claramente que lo único digno que nosotros poseemos
en nuestro interior es la ESENCIA, desafortunadamente la misma se encuentra
enfrascada entre todos esos múltiples yoes de la Psicología revolucionaria.
Es lamentable que la
esencia se procese siempre en virtud de su propio embotellamiento.
Incuestionablemente
la esencia o conciencia que es lo mismo, duerme profundamente.
samael aun weor
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