GNOSIS
LA DIALECTICA DE LA CONCIENCIA
Por: samael aun weor
LA DIALECTICA DE LA CONCIENCIA
Por: samael aun weor
En el trabajo
esotérico relacionado con la eliminación de los elementos indeseables que
cargamos en nuestro interior, surge a veces el fastidio, el cansancio y el
aburrimiento.
Incuestionablemente
necesitamos volver siempre al punto de partida original y revalorizar los
fundamentos del trabajo psicológico, si es que de verdad anhelamos un cambio
radical.
Amar el trabajo
esotérico es indispensable cuando de verdad se quiere una transformación
interior completa.
En tanto no amemos el
trabajo psicológico conducente al cambio, LA REEVALUACIÓN DE PRINCIPIOS resulta
algo más que imposible.
Sería absurdo suponer
que pudiésemos interesarnos por el trabajo, si en realidad no hemos llegado a
amarle.
Esto significa que el
amor es inaplazable cuando en una y otra vez tratamos de revalorizar
fundamentos del trabajo psicológico.
Urge ante todo saber
qué es eso que se llama conciencia, pues son muchas las gentes que nunca se han
interesado por saber nada sobre la misma.
Cualquier persona
común y corriente jamás ignoraría que un boxeador al caer noqueado sobre el
ring pierde la conciencia.
Es claro que al
volver en si, el desventurado púgil adquiere nuevamente la conciencia.
Secuencialmente
cualquiera comprende que existe una clara diferencia entre la personalidad y la
conciencia.
Al venir al mundo
todos tenemos en la existencia un tres por ciento de conciencia y un noventa y
siete por ciento repartible entre subconciencia, infraconciencia e inconsciencia.
El tres por ciento de
conciencia despierta puede ser acrecentada a medida que trabajemos sobre sí
mismos.
No es posible
acrecentar conciencia mediante procedimientos exclusivamente físicos o
mecánicos.
Indubitablemente la
conciencia solamente puede despertar a base de trabajos conscientes y
padecimientos voluntarios.
Existen varios tipos
de energía dentro de nosotros mismos, debemos comprender: Primera.- energía
mecánica. Segunda.- energía vital. Tercera.- energía psíquica. Cuarta.- energía
mental. Quinta.- energía de la voluntad. Sexta.- energía de la conciencia.
Séptima.- energía del espíritu puro.
Por mucho que
multiplicáramos la energía estrictamente mecánica, jamás lograríamos despertar
conciencia.
Por mucho que
incrementáramos las fuerzas vitales dentro de nuestro organismo, nunca
llegaríamos a despertar conciencia.
Muchos procesos
psicológicos se realizan dentro de sí mismos, sin que por ello intervenga para
nada la conciencia.
Por muy grandes que
sean las disciplinas de la mente, la energía mental no logrará nunca despertar
los diversos funcionalismos de la conciencia.
La fuerza de la
voluntad aunque fuese multiplicada hasta el infinito no consigue despertar
conciencia.
Todos estos tipos de
energía se escalonan en distintos niveles y dimensiones que nada tienen que ver
con la conciencia.
La conciencia sólo
puede ser despertada mediante trabajos conscientes y rectos esfuerzos.
El pequeño porcentaje
de conciencia que la humanidad posee, en vez de ser incrementada suele ser
derrochado inútilmente en la vida.
Es obvio que al
identificarnos con todos los sucesos de nuestra existencia despilfarramos
inútilmente la energía de la conciencia.
Nosotros deberíamos
ver la vida como una película sin identificarnos jamás con ninguna comedia,
drama o tragedia, así ahorraríamos energía concientiva.
La conciencia en sí
misma es un tipo de energía con elevadísima frecuencia vibratoria.
No hay que confundir
a la conciencia con la memoria, pues son tan diferentes la una de la otra, como
lo es la luz de los focos del automóvil con relación a la carretera por donde
andamos.
Muchos actos se
realizan dentro de nosotros mismos, sin participación alguna de eso que se
llama conciencia.
En nuestro organismo
suceden muchos ajustes y reajustes, sin que por ello la conciencia participe en
los mismos.
El centro motor de
nuestro cuerpo puede manejar un automóvil o dirigir los dedos que tocan en el
teclado de un piano sin la más insignificante participación de la conciencia.
La conciencia es la
luz que el inconsciente no percibe.
El ciego tampoco
percibe la luz física solar, mas ella existe por sí misma.
Necesitamos abrirnos
para que la luz de la conciencia penetre en las tinieblas espantosas del mí
mismo, del sí mismo.
Ahora comprenderemos
mejor el significado de las palabras de Juan, cuando en el Evangelio dice:
"La luz vino a las tinieblas, pero las tinieblas no la
comprendieron".
Mas sería imposible
que la luz de la conciencia pudiese penetrar dentro de las tinieblas del yo
mismo, si previamente no usáramos el sentido maravilloso de la auto-observación
psicológica.
Necesitamos
franquearle el paso a la luz para iluminar las profundidades tenebrosas del Yo
de la Psicología.
Uno jamás se
auto-observaría si no tuviese interés en cambiar, tal interés sólo es posible
cuando uno ama de verdad las enseñanzas esotéricas.
Ahora comprenderán
nuestros lectores, el motivo por el cual aconsejamos revalorizar una y otra vez
las instrucciones concernientes al trabajo sobre sí mismo.
La conciencia
despierta, nos permite experimentar en forma directa la realidad.
Desafortunadamente el
animal intelectual, equivocadamente llamado hombre, fascinado por el poder
formulativo de la lógica dialéctica, ha olvidado la dialéctica de la
conciencia.
Incuestionablemente
el poder para formular conceptos lógicos resulta en el fondo terriblemente
pobre.
De la tesis podemos
pasar a la antítesis y mediante la discusión llegar a la síntesis, más esta
última en sí misma continua siendo un concepto intelectual que en modo alguno
puede coincidir con la realidad.
La Dialéctica de la
Conciencia es más directa, nos permite experimentar la realidad de cualquier
fenómeno en sí mismo.
Los fenómenos naturales
en modo alguno coinciden exactamente con los conceptos formulados por la mente.
La vida se
desenvuelve de instante en instante y cuando la capturamos para analizarla, la
matamos.
Cuando intentamos
inferir conceptos al observar tal o cual fenómeno natural, de hecho dejamos de
percibir la realidad del fenómeno y sólo vemos en el mismo, el reflejo de las
teorías y conceptos rancios que en modo alguno tienen que ver nada con el hecho
observado.
La alucinación
intelectual es fascinante y queremos a la fuerza que todos los fenómenos de la
naturaleza coincidan con nuestra lógica dialéctica.
La dialéctica de la
conciencia se fundamenta en las experiencias vividas y no en el mero
racionalismo subjetivo.
Todas las leyes de la
naturaleza existen dentro de nosotros mismos y si entre nuestro interior no las
descubrimos, jamás las descubriremos fuera de sí mismos.
El hombre está
contenido en el Universo y el Universo está contenido en el hombre.
Real es aquello que
uno mismo experimenta en su interior, sólo la conciencia puede experimentar la
realidad.
El lenguaje de la
conciencia es simbólico, íntimo, profundamente significativo y sólo los
despiertos lo pueden comprender.
Quien quiera
despertar conciencia debe eliminar de su interior todos los elementos
indeseables que constituyen el Ego, el Yo, el Mí mismo, dentro de los cuales se
halla embotellada la esencia.
samael aun weor
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