GNOSIS
EL PAÍS PSICOLÓGICO
Por: samael aun weor
EL PAÍS PSICOLÓGICO
Por: samael aun weor
Incuestionablemente,
así como existe el País Exterior en el cual vivimos, así también en nuestra
intimidad existe el país psicológico.
Las gentes no ignoran
jamás la ciudad o la comarca donde viven, desafortunadamente sucede que
desconocen en el lugar psicológico donde se hallan ubicadas.
En un instante dado,
cualquiera sabe en qué barrio o colonia se encuentra, más en el terreno
psicológico no sucede lo mismo, normalmente las gentes ni remotamente sospechan
en un momento dado el lugar de su país psicológico en dónde se han metido.
Así como en el mundo
físico existen colonias de gentes decentes y cultas, así también sucede en la
comarca psicológica de cada uno de nosotros; no hay duda de que existen
colonias muy elegantes y hermosas.
Así como en el mundo
físico hay colonias o barrios con callejuelas peligrosísimas, llenas de
asaltantes, así también sucede lo mismo en la comarca psicológica de nuestro
interior.
Todo depende de la
clase de gente que nos acompañe; si tenemos amigos borrachos iremos a parar a
la cantina, y si estos últimos son calaveras, indubitablemente nuestro destino
estará en los prostíbulos.
Dentro de nuestro
país psicológico cada cual tiene sus acompañantes, sus YOES, éstos lo llevarán
a uno a donde deben llevarlo de acuerdo con sus características psicológicas.
Una dama virtuosa y
honorable, magnífica esposa, de conducta ejemplar, viviendo en una hermosa
mansión en el mundo físico, debido a sus YOES lujuriosos podría estar ubicada
en antros de prostitución dentro de su país psicológico.
Un caballero
honorable, de honradez intachable, magnífico ciudadano, podría dentro de su
comarca psicológica encontrarse ubicado en una cueva de ladrones, debido a sus
pésimos acompañantes, YOES del robo, muy sumergidos dentro del inconsciente.
Un anacoreta y
penitente, posiblemente un monje así viviendo austero dentro de su celda, en
algún monasterio, podría psicológicamente encontrarse ubicado en una colonia de
asesinos, pistoleros, atracadores, drogadictos, debido precisamente a YOES
infraconscientes o inconscientes, sumergidos profundamente dentro de los
recovecos más difíciles de su psiquis.
Por algo se nos ha
dicho que hay mucha virtud en los malvados y que hay mucha maldad en los
virtuosos.
Muchos santos
canonizados aún viven todavía dentro de los antros psicológicos del robo o en
casas de prostitución.
Esto que estamos
afirmando en forma enfática podría escandalizar a los mojigatos, a los
pietistas, a los ignorantes ilustrados, a los dechados de sabiduría, pero jamás
a los verdaderos psicólogos.
Aunque parezca
increíble, entre el incienso de la oración también se esconde el delito, entre
las cadencias del verso también se esconde el delito, bajo la cúpula sagrada de
los santuarios más divinos el delito se reviste con la túnica de la santidad y
la palabra sublime.
Entre los fondos
profundos de los santos más venerables, viven los YOES del prostíbulo, del
robo, del homicidio, etc.
Acompañantes
infrahumanos escondidos entre las insondables profundidades del inconsciente.
Mucho sufrieron por
tal motivo los diversos santos de la historia; recordemos las tentaciones de
San Antonio, todas aquellas abominaciones contra las que tuvo que luchar
nuestro hermano Francisco de Asís.
Sin embargo, no todo
lo dijeron esos santos, y la mayor parte de los anacoretas callaron.
Uno se asombra al
pensar que algunos anacoretas penitentes y santísimos vivan en las colonias
psicológicas de la prostitución y del robo.
Empero son santos, y
si todavía no han descubierto esas cosas espantosas de su psiquis, cuando las
descubran usarán cilicios sobre su carne, ayunarán, posiblemente se azotarán, y
rogarán a su divina madre KUNDALINI elimine de su psiquis esos malos
acompañantes que en esos antros tenebrosos de su propio país psicológico los
tiene metidos.
Mucho han dicho las
distintas religiones sobre la vida después de la muerte y el más allá.
Que no se devanen más
los sesos las pobres gentes sobre lo que hay allá del otro lado, más allá del
sepulcro.
Incuestionablemente
después de la muerte cada cual continúa viviendo en la colonia psicológica de
siempre.
El ladrón en los
antros de los ladrones continuará; el lujurioso en las casas de cita proseguirá
como fantasma de mal agüero; el iracundo, el furioso seguirá viviendo en las
callejuelas peligrosas del vicio y de la ira, allí también donde brilla el
puñal y suenan los tiros de las pistolas.
La esencia en sí
misma es muy hermosa, vino de arriba, de las estrellas y desgraciadamente está
metida dentro de todos estos yoes que llevamos dentro.
Por oposición la
esencia puede desandar el camino, regresar al punto de partida original, volver
a las estrellas, mas debe libertarse primero de sus malos acompañantes que la
tienen metida en los suburbios de la perdición.
Cuando Francisco de
Asís y Antonio de Padua, insignes maestros Cristificados, descubrieron dentro
de su interior los yoes de la perdición, sufrieron lo indecible y no hay duda
de que a base de trabajos conscientes y padecimientos voluntarios lograron
reducir a polvareda cósmica a todo ese conjunto de elementos inhumanos que en
su interior vivían.
Incuestionablemente
esos Santos se Cristificaron y regresaron al punto de partida original después
de haber sufrido mucho.
Ante todo es
necesario, es urgente, inaplazable, que el centro magnético que en forma
anormal tenemos establecido en nuestra falsa personalidad, sea transferido a la
Esencia, así podrá iniciar el hombre completo su viaje desde la personalidad
hasta las estrellas, ascendiendo en forma didáctica progresiva, de grado en
grado por la montaña del SER.
En tanto continúe el
centro magnético establecido en nuestra personalidad ilusoria viviremos en los
antros psicológicos más abominables, aunque en la vida práctica seamos
magníficos ciudadanos.
Cada cual tiene un
centro magnético que le caracteriza; el comerciante tiene el centro magnético
del comercio y por ello se desenvuelve en los mercados y atrae lo que le es
afín, compradores y mercaderes.
El hombre de ciencia
tiene en su personalidad el centro magnético de la ciencia y por ello atrae
hacia sí todas las cosas de la ciencia, libros, laboratorios, etc.
El Esoterista tiene
en sí mismo el centro magnético del esoterismo, y como quiera que esta clase de
centro se torna diferente a las cuestiones de la personalidad, indubitablemente
se sucede por tal motivo la transferencia.
Cuando el centro
magnético se establece en la conciencia, es decir, en la esencia, entonces se
inicia el regreso del hombre total a las estrellas.
samael aun weor
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